El dólar maíz, pan para hoy y hambre para mañana
Apurar la liquidación de divisas para contener el precio del dólar y aumentar las reservas del Banco Central tiene un costo elevado: más inflación, más emisión y un futuro oscuro en el corto plazo, cuando ya no haya cereal para vender.
La desesperación del Gobierno nacional por manotear dólares de donde sea para engrosar las reservas lo llevó a una nueva intervención en el mercado, lo que creó otra distorsión en las actividades rurales que dejó contentos a unos y muy enojados a muchos otros.
Se trata del “dólar maíz”, con el que le paga un precio diferencial de $340 a los productores para que apuren las liquidaciones antes del 31 de agosto, con un mecanismo similar al que llevó a cabo con la soja durante tres períodos diferentes entre el año pasado y éste, cuando también incluyó los productos de algunas economías regionales.
Si bien es un beneficio para quienes cultivaron maíz en la campaña que está terminando, por otro lado es un aliento más para la inflación, ya que encareció el predio del cereal para muchas actividades que lo tienen como elemento esencial, por ejemplo los criadores de pollos y cerdos, para quienes el maíz es la base de la alimentación. También pega de lleno en una actividad muy fuerte en San Luis, como es la producción de bioetanol, que vio cómo se disparaban los costos, mientras el Gobierno tiene pisado el precio de este componente vital de los combustibles.
Además, hay una cuestión central que hoy parece no tener importancia, pero que en el corto plazo va a ser un problema, tanto para la actual administración como para la que asumirá el 10 de diciembre: todo lo que los productores liquiden ahora, no estará a partir de octubre, cuando sigan venciendo compromisos externos y haya que sostener la fuerte presión que seguramente recaerá sobre el dólar durante el período eleccionario. Sin dudas es “pan para hoy y hambre para mañana”.
Según la Cámara de la Industria Aceitera (CIARA y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), que agrupan a unas veinte empresas que venden granos y sus derivados al exterior, en julio esas firmas liquidaron 1.925 millones de dólares ante el Banco Central. Una cifra “inflada” por la implementación del dólar diferencial para el maíz, que permitió ingresar cerca de U$S 880 millones. Sin esa inyección de dinero extra acicateado por el precio que les ofreció el ministro Sergio Massa, el desempeño hubiera sido paupérrimo, ya que la sequía hizo que la cosecha cayera a la mitad de lo que se había estimado en la previa.
Los cálculos indican que el Central cosechó en la primera semana del nuevo dólar el 44% de los dos mil millones que busca como objetivo final. Las cantidades negociadas de maíz alcanzaron 3,1 millones de toneladas, de los cuales 2,4 millones corresponden a nuevos contratos y 700 mil toneladas a fijaciones por cerrar. Claro, la motivación para liquidar divisas a $340 se irá desvaneciendo con los días, a medida que avanza la cotización del dólar oficial. Arrancó con un diferencial del 30% y cerró la semana pasada con un 25%, debido a las pequeñas devaluaciones diarias que hacen las autoridades.
De todas maneras, la percepción de los productores y los exportadores es que hay que aprovechar la ventana de oportunidad. Según los datos disponibles del Matba-Rofex, a principios de julio el precio del maíz estaba alrededor de 49.000 pesos por tonelada. Después de la ejecución del Programa de Incremento Exportador, el precio aumentó, llegando a superar los 60.000 pesos.
Igual no da para descorchar champaña, ya que el total es un 39,2% menos a lo que liquidaron los exportadores en julio de 2022, un año mucho más normal en materia climática, aunque la seca también se había hecho sentir. Lo que hace sonreír a Economía es que fue un 21,8% superior a la recaudación de junio, cuando ya no regía el “dólar soja” y Massa negaba enfáticamente darle un precio diferencial al maíz.
Según las cámaras aceiteras, “comparando los valores actuales con los de los primeros siete meses de 2022 el sector perdió un 42%”. Seguramente en agosto la cifra volverá a ser interesante, pero será la última oportunidad del Gobierno de embolsar algunos dólares, ya que luego la liquidación de divisas tenderá a desaparecer hasta la aparición de los granos de la cosecha 2023/24, allá por mayo, cuando el sillón de Rivadavia tenga un nuevo ocupante, que en vista del descalabro económico, político y social que vive la Argentina no parece que vaya a ser del mismo signo político que el actual.